sábado, 22 de septiembre de 2007

Paseo con cena improvisada, un éxito

Anoche, "la dueña de las piernas" y yo salimos a dar un paseo.
Tras una buena caminata por la zona del Parque del Retiro y el Paseo del Prado, nos internamos en el Barrio de las Letras.
Decidimos explorar nuevos locales para ampliar nuestros horizontes gastronómicos. Está lleno de ofertas gastronómicas de lo más variado. Desde locales tipo "casa de comidas tradicional" a "ultramarinos reconvertidos" en delicatessen con mesas para degustar tapas o tostas.
En medio de estos extremos tenemos todo tipo de locales con comida elaborada en distinto grado y con distinta fortuna. Nacionales y extranjeros, etc.

Tras explorar las calles laterales a la de "Las huertas", dudamos entre un portgués con promesas de bacalao en sus diferentes versiones y un argentino con aspecto familiar.
La situación financiera de ecercamiento al fin de mes, nos hizo decantarnos por el argentino. Todos sabemos que el buen bacalao es caro, pero meterse en un sitio caro al azar (sin informaciones contrastadas previas) es un riesgo dificil de correr a fin de mes.

Total que optamos por el argentino.......¡y no nos arrepentimos!.

Se llama "La Querencia" y está en los bajos del nº 16 de la calle Lope de Vega.
La finca es un edificio de ladrillo con aspecto del siglo XVIII , estrecho, de 3 plantas mas el bajo, precioso y lleno de flores en sus balcones. Se confunde con la continuación del Antiguo convento que es hoy parte de la Universidad de Alcalá de Henares.

El local es pequeño, en consonancia con el edificio y el ancho de la calle. Aceptáblemente conservado y magníficamente regentado por el matrimonio propietario que lo explota desde hace veinte años.

Él cocina y gestiona divinamente la parrilla, élla es la repostera y atiende la sala eficientemente y con un gran agrado.

Es pequeño (menos de 10 mesas), con una carta no muy extensa pero variada.

Del resto no puedo dar fe, pero los platos que degustamos denotaban no solo una magnífica materia prima, sino una cuidada elaboración mezclando el conocimiento y el cariño en el trato de las viandas.

De primero compartimos una soberbia sopa de cebolla y un chorizo criollo.

La sopa de cebolla hacía mucho que no la tomaba tan sabrosa y su único defecto era la temperatura. Servida en barro y ardiendo , se me hizo infinita la espera hasta poder degustarla a placer. Realmente rica.

Nos pusieron un bol con salsa "Chimichurri" casera que potenciaba los sabores del chorizo criollo, sin ocultarlos. Muy, muy conseguida. El chorizo era de gran calidad y sabor.

Para continuar no pudimos inhibirnos del comentario-explicación que en la carta ayudaba a la elección del tipo de corte y ambos nos decantamos por la "entraña": "filete tierno y grueso, con todo el sabor de la carne". Cumplió con creces la expectativa.
Pieza de buen tamaño, tierna, jugosa y con buen sabor. Y para colmo "en su punto" significa "en su punto".

De postre rematamos con un "panqueque relleno de dulce de leche" y una tarta de queso tambien muy ricos.

Despues de la pantagruélica cena no nos pareció razonable seguir caminando y volvimos en transporte público. No todo es perfecto.

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